El abuelo
¡Cuánto ensucia el abuelo!
Cuando se peina en el baño
¡todo lo llena de pelos!
Y en la mesa cuando come,
¡a todos les parece feo!
¡Hay que ver el ruido que hace!
¡Y hasta come con los dedos!
Nos cuenta cada batalla
que nadie puede creer,
del hambre que ha pasado
y otros miles de recuerdos
¡vaya rollo del abuelo!
¡Siempre nos cuenta lo mismo!
Pero a él nadie lo escucha…
Y solo espera un beso
o una caricia al paso
o alguien que le diga,
abuelo, ¿Qué tal vas de tu reuma?
¡Que brillante está tu pelo!
Sólo un poco de cariño
que refresque sus recuerdos,
y solo oye un murmullo,
sufriendo en silencio.
¡Esto no puede ser!
¡Hay que llevarse al abuelo!
¡Es por el bien de él!
Ya ni coge las cosas del suelo.
Hay algunas residencias
que cobran un buen dinero,
arrimando algo a su paga,
¡nos libramos del abuelo!
Unos ojos asombrados,
de un chaval que es su nieto,
con timidez dice al padre,
¡quiero hablar contigo luego!
Dime ahora lo que quieras hijo,
¿para que esperar luego?
¡Padre! No quiero que te enfades,
pero escucha, ¡te lo ruego!
Si te llevas a tu padre,
ese hombre que es mi abuelo,
yo quiero ir contigo,
para aprender el trayecto,
porque dentro de unos años
cuando sea blanco tu pelo,
yo tendré en casa unos hijos
hijos que serán tus nietos
y harán lo que han visto
Sin dudas ni titubeos.
Enmudeció su garganta
y llorando dijo luego
¡vaya lección me has dado!
De aquí ¡no se va el abuelo!
No ensucia tanto en casa
Y si come con los dedos
Es porque ya no tiene dientes,
y no lo veo tan feo.
Las historias que nos cuenta
Son de una santa del cielo
de la madre de mi alma
que fue su amor puro y bueno
y si tuviera un trono
¡Sería para el abuelo!
Que todo se lo merece
porque lucho sin desvelo
que no tuvo juventud
y con escaso dinero
a nadie de su familia
señalaron con el dedo.
Hay que tener bien presente
y llevar en el recuerdo
que los jóvenes de hoy
seremos un día abuelos.
¡Debemos hacer lo mejor por ellos!
Ese es… Mi mejor consejo.
Isabel Soriano
|